Fecundidad multipareja en Nicaragua: formación de familias complejas en un entorno de bajos ingresos

Kammi K. Schmeer, The Ohio State University Jake Hays, The Ohio State University

First published online:

| DOI: https://doi.org/10.1363/43e3317
Abstract / Summary
Contexto

La fecundidad multipareja (tener hijos con más de una pareja) es un tema importante en la investigación demográfica, pero se conoce poco acerca de su incidencia y correlatos en entornos de bajos ingresos, en donde las tasas pueden ser altas debido a la pobreza, la inestabilidad de las uniones y la maternidad temprana.

Métodos

Se usaron datos de la Encuesta Nicaragüense de Demografía y Salud 2011–2012 para calcular la prevalencia de la fecundidad multipareja en 8,320 madres y 2,141 padres con dos o más hijos. Se usó regresión logística y multinomial para identificar características individuales y familiares asociadas con la fecundidad multipareja.

Resultados

Entre quienes tenían múltiples hijos, 33% de las madres y 41% de los padres habían tenido hijos con más de una pareja. La prevalencia de la fecundidad multipareja fue alta entre mujeres con menor escolaridad, hombres no religiosos, así como en mujeres y hombres que habían crecido en áreas urbanas (razones de probabilidad, 1.3–1.6). La fecundidad multipareja se asoció, en las madres, con un más bajo nivel de riqueza actual en el hogar, y en las madres y los padres, con un mayor riesgo de paternidad en soltería y con una mayor fecundidad. Los padres que habían tenido hijos con múltiples parejas tuvieron seis veces más probabilidad que los padres con una sola pareja de reportar que no proveían apoyo financiero, o que no compartían su apellido con al menos uno de sus hijos biológicos.

Conclusión

La fecundidad multipareja es un importante fenómeno demográfico y social que puede al mismo tiempo contribuir y ser un reflejo de importantes desigualdades de género y de estructura familiar en Nicaragua. En particular, las madres con hijos de múltiples parejas pueden correr un riesgo elevado de criar hijos sin la figura paterna, y de hacerlo con bajos niveles de apoyo económico.

El proceso de formación de la familia ha cambiado drásticamente durante los pasados 40 años en la medida en que los niveles de maternidad sin matrimonio, de uniones consensuales y de disolución de uniones han aumentado en todo el mundo.1 Una consecuencia de estos cambios demográficos es el aumento de las tasas de fecundidad multipareja, o tener hijos con más de una pareja. La fecundidad multipareja ha surgido como un tema de interés para la investigación demográfica, particularmente en los Estados Unidos y en otros países desarrollados.

Aunque las investigaciones indican que estas tendencias en la maternidad sin matrimonio e inestabilidad de la unión también están ocurriendo en países en desarrollo,2 es poco lo que se sabe sobre la fecundidad multipareja en estos entornos. Este estudio comienza a cerrar esta brecha al examinar la fecundidad multipareja en Nicaragua, un país latinoamericano en donde el 45% de la población vive con menos de un dólar estadounidense al día.3 Aunque tradicionalmente la maternidad en América Latina ha ocurrido dentro de uniones estables, las investigaciones recientes sugieren que, en toda la región, las uniones son cada vez más inestables2 y la proporción de nacimientos que ocurren fuera del matrimonio está aumentando.4 En este contexto, la fecundidad multipareja es un aspecto potencialmente importante y poco estudiado de la formación de la familia.

Para avanzar en nuestra comprensión de la fecundidad multipareja en un país de bajos ingresos, planteamos las siguientes preguntas de investigación: ¿Cuáles son las tasas de fecundidad multipareja en madres y padres en Nicaragua? ¿Cómo se asocian las características sociodemográficas individuales con esa fecundidad? Y, finalmente, ¿De qué forma las características de las familias actuales de madres y padres, con una historia de fecundidad multipareja, difieren de las características de aquellas con solo una pareja fecunda?

Abordamos estas preguntas usando datos nacionales de la Encuesta Nicaragüense de Demografía y Salud (ENDESA) 2011-2012,* que hizo preguntas a mujeres y hombres acerca de sus parejas fecundas, su situación socioeconómica y su estructura familiar. Nos concentramos en Nicaragua debido a las relativamente altas tasas de disolución de uniones y maternidad temprana en el país, eventos que potencialmente sitúan a las personas en un camino hacia la fecundidad multipareja. La Encuesta de Salud Reproductiva (ESR) 2011/2012 es única pues ofrece datos nacionales con una valoración de la fecundidad multipareja en mujeres y hombres en entornos de bajos ingresos. Nuestra capacidad de analizar la fecundidad multipareja en ambos sexos mejora nuestra comprensión de la fecundidad multipareja en toda su extensión y facilita el estudio de las diferencias de género en ese tipo de fecundidad y sus correlatos.
 

CONTEXTO

Formación de uniones y fecundidad en América Latina


En los países de bajos y medianos ingresos en América Latina, la formación de uniones comprende dos tipos de relación: uniones consensuales (fuera del matrimonio) y matrimonios. El matrimonio continúa siendo una institución familiar estable y culturalmente valorada,5 pero la unión consensual es común y se le considera como una alternativa socialmente aceptable dentro de la cual con frecuencia ocurre la maternidad.6 Las tasas de unión consensual van en aumento en la región, y son particularmente altas en América Central y el Caribe. La más alta prevalencia ocurre en la República Dominicana, en donde el 41% de las mujeres en edades de 20-29 viven en uniones consensuales.7

En la medida en que las tasas de unión consensual aumentan, la tradición histórica de las uniones estables va en declive, ya que la inestabilidad de la unión y la formación de segundas uniones se están convirtiendo en experiencias familiares más típicas en América Latina. Un estudio basado en datos de la Encuesta de Demografía y Salud (EDS), encontró que la proporción de madres que han permanecido en su primera unión fue más baja en América Latina (60%) que en África (76%), Asia (94%) y el Medio Oriente (95%).2 Además, investigaciones recientes han encontrado que las uniones consensuales son menos estables en América Central que en el resto de América Latina. Se estima que las proporciones de mujeres en unión consensual y en edades de 25-49 años que han estado en una o más uniones previas son 25% en Guatemala, 38% en Honduras y 47% en Nicaragua.8

Los patrones de fecundidad son un reflejo de estos cambios en la formación de la familia ocurridos durante las últimas décadas. Entre 1970 y 2000, la proporción de nacimientos en América Latina en mujeres que viven en unión consensual aumentó de 17% a 35%; y la proporción en mujeres sin pareja aumentó del 7% al 15%.9 Por lo tanto, la fecundidad fuera del matrimonio representa una creciente porción de la fecundidad total en los países latinoamericanos.4

Fecundidad, uniones y género en Nicaragua


Nicaragua es uno de los países más pobres en América Latina. Su tasa global de fecundidad ha disminuido a 2.4 hijos por mujer, pero la mayoría de las familias tiene al menos dos hijos y una importante porción tiene tres o más, especialmente en las áreas rurales.10 La maternidad es altamente valorada en la cultura, lo cual contribuye a su ocurrencia temprana y casi universal.11 Nicaragua tiene una de las tasas de fecundidad adolescente más altas en la región, a pesar de las normas sociales que desalientan las relaciones sexuales premaritales, en particular en las mujeres.12,13 La esterilización femenina es el método anticonceptivo más comúnmente usado por las mujeres; el uso de métodos reversibles durante los primeros años de la maternidad es bajo.10 Los primeros partos ocurren a edad temprana en la vida, a una edad promedio de 19 años. Se estima que 23% de las mujeres en edades de 15–19 ya son madres o están embarazadas de su primer hijo,10 y 45% de los embarazos adolescentes no son planeados.11 El aborto es ilegal bajo cualquier circunstancia.

La edad temprana en la primera relación sexual no solamente resulta en embarazos precoces, sino también en la formación temprana de las uniones.8 En Nicaragua, las primeras uniones de las mujeres (matrimonio o unión consensual) ocurren a una edad promedio de 17 años.10 La unión consensual es común, tanto a una edad temprana como posteriormente en la vida: según datos de la EDS8 de 2001, treinta y tres por ciento de las mujeres en edades de 15–24 años y 44% de las mujeres en edades de 25–45 vivían en unión consensual. Esas uniones son con frecuencia inestables, lo que resulta en tasas de disolución más altas para las relaciones consensuales que para las matrimoniales.8 La combinación de una maternidad temprana (y muchas veces no planeada) con uniones inestables, sugiere la probabilidad de que la fecundidad multipareja es un aspecto importante de las experiencias de fecundidad de hombres y mujeres en Nicaragua.

Además de plantear la hipótesis de que la fecundidad multipareja es un patrón común de formación de la familia en Nicaragua, investigamos si existen diferencias de género en las tasas de fecundidad multipareja. Las diferencias de género en la fecundidad multipareja pueden ser especialmente importantes en entornos como Nicaragua en donde, en comparación con los hombres, las mujeres tienen menos control sobre la reproducción14,15 y menos poder en las relaciones de pareja sexual12 y las uniones.16 El Machismo—La expectativa de la sociedad con respecto a la masculinidad y virilidad en los hombres— alienta la actividad sexual masculina a una edad joven en Nicaragua;7 en contraste, el síndrome de la Virgen María, o la creencia social en una madre pura,12 pone a las jóvenes nicaragüenses en la precaria posición de sentir presión de parte de los hombres para tener relaciones sexuales y a la vez, presión de la sociedad de permanecer en abstinencia.17 Además, debido a las normas tradicionales en América Central con respecto al cuidado de las personas,18 es posible que los hombres dediquen menos tiempo y dinero a sus hijos que las mujeres, y, como resultado de sus menores costos sociales y económicos, puede ser que los hombres tengan más probabilidad que las mujeres de involucrarse en la fecundidad multipareja.

Características sociodemográficas y fecundidad multipareja


Además de estudiar las tasas de fecundidad multipareja, investigamos si y cómo las características sociodemográficas de las personas se asocian con su riesgo de fecundidad multipareja. Como posibles factores de predicción de la fecundidad multipareja en mujeres y hombres, consideramos el logro educativo, tener origen indígena, haber crecido en un área urbana y la afiliación religiosa.

Aunque en los países en desarrollo se carece de investigación sobre las relaciones entre la escolaridad y la fecundidad multipareja, planteamos la hipótesis de que, en base a la evidencia de los países desarrollados,19  las mujeres con niveles más bajos de escolaridad tienen mayor probabilidad que sus contrapartes con mayor escolaridad de tener hijos con parejas múltiples. Este probablemente es el caso en Nicaragua, dadas las edades más tempranas de la primera relación sexual y la primera unión,20 así como debido a los bajos niveles de uso de anticonceptivos21 en personas con menor escolaridad. Estas asociaciones pueden diferir según el sexo. Aunque las tasas de matriculación escolar entre las mujeres nicaragüenses son iguales o mayores que las de los  hombres,22 las mujeres con poca escolaridad pueden tener más inclinación que los hombres con poca escolaridad a formar parejas fecundas a cambio de apoyo económico o de otro tipo. 

En Nicaragua y en otras partes de América Latina, los grupos indígenas están entre las poblaciones más marginadas y socioeconómicamente desfavorecidas.23 Se cuenta con poca investigación sobre los patrones de unión y fecundidad en los grupos indígenas de Nicaragua, que representan solamente el 5% de la población del país.23 Las mujeres indígenas en Nicaragua parecen tener un poco más probabilidad de vivir en unión consensual que de casarse; 24 sin embargo, en las poblaciones indígenas las uniones consensuales no son necesariamente tan inestables como lo son entre los grupos no indígenas.25 Además, si las personas indígenas forman uniones principalmente con miembros de su propio grupo étnico, el número de parejas posibles disponibles puede ser limitado. Por consiguiente, a pesar de su menor nivel socioeconómico, la fecundidad multipareja en las mujeres y hombres indígenas puede ser menor que en personas no indígenas.

También consideramos si haber crecido en un entorno rural o urbano está relacionado con el riesgo de la fecundidad multipareja. En Nicaragua, así como en otras partes de América Latina, las tasas de uso de anticonceptivos son menores en las áreas rurales que en las urbanas20,21 y las mujeres rurales tienen mayor probabilidad de convertirse en madres a una edad temprana (en parte debido a sus más bajos niveles de escolaridad).11 Sin embargo, otra evidencia sugiere que los adolescentes urbanos en Nicaragua tienen su primera relación sexual y su primera unión a una edad más temprana que sus contrapartes rurales.20 Además, crecer en un área urbana puede ofrecer más oportunidades para encontrar parejas sexuales, lo que aumenta el riesgo de fecundidad multipareja a lo largo de la vida. Dado que las áreas rurales y las urbanas plantean riesgos diferentes (y potencialmente opuestos) para la fecundidad multipareja, no es claro a priori cuál entorno se asociará con una mayor fecundidad multipareja.

Finalmente, consideramos la religión de la persona (si él o ella es miembro de un grupo religioso) como un factor de predicción posible de la fecundidad multipareja, aunque la dirección probable de cualquier asociación no es clara. Por otra parte, el catolicismo (la religión predominante en Nicaragua) y otras religiones desalientan el divorcio y un nuevo matrimonio, lo que reduce la fecundidad multipareja entre las mujeres y hombres religiosos. Al mismo tiempo, el ambiente religioso en Nicaragua desalienta el uso de anticonceptivos y el aborto y alienta la paternidad y maternidad tempranas, especialmente entre las mujeres.12,14 La situación puede ser diferente en los hombres, pues un estudio encontró que en las áreas pobres de Managua, los jóvenes católicos en edades de 13–18 años tenían más probabilidad de reportar un uso consistente del condón que sus contrapartes no religiosos o pertenecientes a otras religiones.13 Por consiguiente, en relación con otras personas, quienes pertenecen a una religión pueden haber reducido el riesgo de fecundidad multipareja si son más propensos a permanecer en unión con su primera pareja fecunda, o a un elevado riesgo si tienen menos control sobre su fecundidad. Además, es probable que la relación entre religión y fecundidad entre las mujeres difiera de la de los hombres.

Fecundidad multipareja y características de la familia


Como pregunta de investigación final, preguntamos si tener una historia de fecundidad multipareja está asociada con la estructura social familiar actual y la situación económica de mujeres y hombres. En particular, estamos interesados en el nivel de riqueza familiar, el estado conyugal, el número de hijos nacidos y la ausencia de hijos biológicos en el hogar.

Las investigaciones en los EE. UU., sugieren que la fecundidad multipareja tiene importantes consecuencias potenciales para la estructura familiar, y que estas consecuencias pueden diferir por género. Por ejemplo, entre las personas adultas jóvenes, el 87% de las mujeres con múltiples parejas fecundas, pero solamente el 13% de los hombres en esa situación, vivían con todos sus hijos biológicos y solamente el 7% de los hombres en edades de 40–44 años que reportaron fecundidad multipareja residían en compañía de todos sus hijos.26

Sabemos poco acerca de la familia y la estructura del hogar de madres y padres que tienen hijos con múltiples parejas en los países de bajos ingresos. En América Latina, las jefas de familia que tienen un hijo que reside en el hogar tienen mayor probabilidad de vivir en condiciones de pobreza que los jefes de familia con un hijo en el hogar.27 Esto sugiere que si las madres que han experimentado fecundidad multipareja tienen más probabilidad de ser madres solteras que los hombres que han experimentado fecundidad multipareja de ser padres solteros, ellas también pueden tener mayor probabilidad de vivir en desventaja económica y vivir en un hogar de bajos recursos que sus contrapartes hombres.  

Dado que la fecundidad multipareja implica tener hijos con más de una pareja, esperamos que tanto para las madres como para los padres esta condición esté positivamente asociada con el número de hijos nacidos. Sin embargo, la asociación entre la fecundidad multipareja y el número de hijos puede ser más fuerte en los hombres que en las mujeres. Como sugerimos anteriormente, las cargas temporales, emocionales y económicas del cuidado de los hijos recaen en las madres si los padres las abandonan, lo cual puede constituir una motivación adicional para que las mujeres eviten nacimientos subsecuentes. Por otra parte, los padres que han tenido múltiples parejas fecundas pueden reportar un menor número de hijos (especialmente los de relaciones tempranas y no maritales), tal y como se ha observado en los hombres en los Estados Unidos.28 En este caso, la diferencia de género en cualquier asociación entre fecundidad multipareja y el número total de nacimientos puede atenuarse. 

Finalmente, esperamos encontrar que las madres y los padres que han tenido múltiples parejas fecundas tengan mayor probabilidad que otros padres de vivir separados de al menos uno de sus hijos biológicos conforme van formando familias con nuevas parejas. Esto puede ser especialmente verdadero para los padres, ya que se estima que un 44% de los niños nicaragüenses no viven con su padre biológico.10

MÉTODOS

Datos
 

Los datos usados en este estudio provienen de la ENDESA 2011–2012. La ENDESA, como la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) de 2001 y la Encuesta de Salud Reproductiva de Nicaragua 2006, fue diseñada para proporcionar estimaciones de fecundidad, salud reproductiva y conductas saludables en mujeres de 15–49 años, a nivel nacional, regional y departamental. Los hombres de 15–59 años fueron encuestados por primera vez en 2011, lo que dio lugar al estudio de la fecundidad y salud reproductiva masculinas. La muestra completa incluyó 15,253 mujeres y 4,493 hombres; nosotros limitamos nuestro estudio a las 8,320 madres y 2,141 padres que tenían dos o más hijos, porque son los que constituyen la población en riesgo de fecundidad multipareja.

Medidas


• Fecundidad multipareja. La encuesta preguntó a las personas entrevistadas sobre sus hijos biológicos e incluyó una pregunta que puede traducirse como "¿Fueron todos sus hijos de la misma madre?" o "... ¿del mismo padre?" A quienes respondieron que habían tenido hijos con más de una pareja se les preguntó el número de parejas. Esos datos nos permitieron estimar la prevalencia de la fecundidad multipareja y el número promedio de parejas reportado. 

• Características sociodemográficas. También creamos variables para las características individuales que pueden asociarse con la fecundidad multipareja. El logro educativo (el más alto nivel escolar formal completado) se categorizó como ninguna escolaridad o escolaridad primaria, escolaridad secundaria o más que escolaridad secundaria. El origen indígena fue una variable ficticia que indicaba si la persona entrevistada pertenecía a algún grupo indígena. La residencia urbana durante la niñez se definió como haber vivido principalmente en un pueblo o ciudad antes de los 12 años de edad. Otra variable ficticia indicó si la persona pertenecía a alguna religión. Finalmente, incluimos variables para la edad, edad de la primera relación sexual y de la primera unión (consensual o marital), todas medidas en años para controlar por diferencias de cohorte y por diferencias en la cantidad de tiempo que las personas entrevistadas estuvieron en riesgo debido a relaciones sexuales tempranas y la formación temprana de uniones. 

• Características familiares. Planteamos la hipótesis de que el hecho de haber tenido una historia de fecundidad multipareja estaría asociado con resultados en las actuales familias de los entrevistados. Con el fin de captar las características actuales de la familia, incluimos variables de riqueza en el hogar, estado conyugal, número de hijos nacidos y el tener hijos que no viven en el hogar. Para medir el nivel de riqueza, llevamos a cabo un análisis de componentes principales del número de activos de la persona entrevistada, así como de la calidad de la vivienda para crear un puntaje de riqueza del hogar29 que nosotros dividimos en dos niveles para establecer una medida de baja riqueza (puntajes por debajo de la mediana de la muestra). El estado conyugal se categorizó como casado, unión consensual o sin pareja (es decir, sin pareja que vive en el hogar). Creamos una medida categórica del número de hijos nacidos (dos, tres, cuatro, o cinco o más) sobre el número de nacidos vivos que reportó la persona entrevistada. Finalmente, para las mujeres entrevistadas, creamos una variable ficticia que indicaba si la madre tenía algún hijo que no vivía en el hogar. Este resultado no pudo modelarse para los hombres, porque el 96% de los padres que reportaron fecundidad multipareja tenía al menos un hijo que vivía fuera del hogar. En lugar de ello, creamos una variable ficticia que indicaba si los padres tenían al menos un hijo carente de apoyo de su parte. Se consideró que los padres tenían un hijo en esas condiciones si reportaban que uno o más de sus hijos biológicos no llevaban su apellido o si nunca les habían proporcionado apoyo económico.

Análisis


Para estimar la prevalencia de la fecundidad multipareja en los hombres y mujeres nicaragüenses con al menos dos hijos, calculamos el porcentaje de esas personas que reportaron tener más de una pareja fecunda. Este enfoque directo es preferible y más preciso que los métodos indirectos que requieren articular historias de uniones y nacimientos.26 También calculamos estadísticas descriptivas ponderadas, separadas por género, de las características sociodemográficas y de otro tipo de las mujeres y hombres con una o múltiples parejas fecundas. 

Enseguida, llevamos a cabo análisis de regresión logística para identificar asociaciones entre las características sociodemográficas y la fecundidad multipareja. Se realizaron modelos separados para mujeres y hombres, todos ajustados para la edad actual, y modelos secundarios ajustados para la edad de la primera relación sexual y de la primera unión. 

En nuestros conjuntos finales de modelos de regresión, examinamos si la fecundidad multipareja estaba asociada con las características actuales de la familia. Usamos regresión logística cuando la variable dependiente era ficticia (es decir, nivel de riqueza bajo, tener un hijo que vive fuera del hogar o carente de apoyo) y usamos regresión logística multinomial cuando la variable dependiente era categórica (estado conyugal, número de hijos). Los análisis se realizaron separadamente para cada consecuencia y por género; todos los modelos fueron ajustados por características sociodemográficas. 

Al calcular estadísticas descriptivas y realizar análisis de regresión, tomamos en cuenta el diseño de la encuesta y la probabilidad desigual de selección usando ponderaciones individuales y el comando svy en Stata. Presentamos los resultados de los análisis de regresión como razones de probabilidades, razones de riesgo relativo y errores estándar; la significancia estadística se fijó a una p<.05.

Resultados


En general, el 33% de las madres y el 41% de los padres con dos o más hijos reportaron fecundidad multipareja. Entre aquellos que habían tenido hijos con múltiples parejas, 19% de las madres y 30% de los padres reportaron haber tenido hijos con tres o más parejas (Cuadro 1).

Las historias de fecundidad y uniones de hombres y mujeres que habían tenido múltiples parejas fecundas difirieron de las de los padres que habían tenido dos o más hijos con solamente una pareja. En comparación con sus contrapartes que habían tenido solo una pareja fecunda, las madres y los padres que reportaron múltiples parejas fecundas tuvieron un mayor número de nacidos vivos, una menor edad de la primera relación sexual y tuvieron más probabilidad de haber estado en más de una unión. Además, los padres que habían tenido hijos con múltiples parejas tuvieron una menor edad promedio de la primera unión que los padres con una sola pareja fecunda, aunque en las madres no hubo diferencia evidente en la edad de la primera unión con base en el número de parejas fecundas.

Las características sociodemográficas también difirieron según el número de parejas fecundas. En comparación con las madres con solo una pareja fecunda, aquellas con dos o más parejas fecundas tenían más edad, mayor probabilidad de no tener más que educación primaria y mayor probabilidad de haber crecido en un área urbana. Los dos grupos no difirieron por condición indígena o afiliación religiosa. 

En contraste con los hallazgos en las madres, los padres que reportaron fecundidad multipareja tuvieron mayor probabilidad que aquellos con una sola pareja fecunda de tener al menos escolaridad secundaria y de no pertenecer a una religión. Sin embargo, como fue el caso en las madres, los padres que habían tenido múltiples parejas fecundas tuvieron mayor probabilidad de haber crecido en un área urbana. 

Finalmente, las estadísticas descriptivas indican que los actuales contextos familiares difirieron entre personas con una historia de fecundidad multipareja y aquellas que habían tenido hijos con una sola pareja. Las madres con dos o más parejas fecundas tuvieron un menor número promedio de activos en el hogar y una menor prevalencia de matrimonio (18% comparado con 40%) que las mujeres con solo una pareja fecunda. En contraste, los padres con fecundidad multipareja tuvieron un más alto número promedio de activos en el hogar que los padres con una sola pareja fecunda. Aunque los padres con múltiples parejas fecundas, al igual que sus contrapartes mujeres, tuvieron menor probabilidad de estar casados que los padres con una sola pareja fecunda (39% comparado con 57%), tuvieron una mayor prevalencia de matrimonio que las madres que reportaron fecundidad multipareja (39% comparado con 18%).

Tanto en las madres como en los padres, aquellos con múltiples parejas fecundas tuvieron más hijos que quienes tenían una sola pareja fecunda; 29% de las madres y 40% de los padres con fecundidad multipareja reportaron tener cinco o más hijos. Mientras que 31% de las madres en el grupo de fecundidad multipareja tuvieron un hijo biológico que vivía fuera del hogar, virtualmente todos los padres con múltiples parejas fecundas tuvieron hijos en esa situación (96%). Además, el 56% de los padres con fecundidad multipareja indicaron que al menos uno de sus hijos biológicos tenía un apellido diferente o que no recibía apoyo económico de ellos. En contraste, solamente 17% de los padres que tenían una sola pareja fecunda reportaron esta situación.

En los análisis de regresión multivariada, examinamos primero si las características sociodemográficas individuales de madres y padres de familia estaban asociadas con la fecundidad multipareja. El primer modelo para las mujeres muestra que el nivel de escolaridad era un factor de predicción importante de la fecundidad multipareja en madres con dos o más hijos (modelo 1, Cuadro 2); la probabilidad de fecundidad multipareja fue mayor entre quienes no tenían más que escolaridad primaria (razón de probabilidades, 1.8) y escolaridad secundaria (1.4), que quienes tenían una escolaridad superior a la secundaria. Habiendo crecido en un área urbana también se asoció con un mayor riesgo de fecundidad multipareja (1.6), y hubo una pequeña asociación positiva entre la edad y el haber tenido múltiples parejas fecundas. 

En el segundo modelo hicimos ajustes por edad de la primera relación sexual y encontramos que las probabilidades de fecundidad multipareja se redujeron en 15% por cada año adicional que las mujeres retrasaron su primer encuentro sexual. Además, el incluir la edad de la primera relación sexual en el modelo, atenuó las asociaciones entre la escolaridad y la fecundidad multipareja, que perdieron significancia estadística. A diferencia de la edad de la primera relación sexual, la edad de la primera unión no estuvo asociada con la fecundidad multipareja ni atenuó la asociación entre escolaridad y fecundidad multipareja en las madres (modelo 3).

En el primer modelo de regresión, al examinar los factores de predicción de la fecundidad multipareja en padres con dos o más hijos, encontramos dos diferencias notables con respecto al modelo correspondiente para las madres (modelo 1). Primero, no encontramos asociación entre el nivel de escolaridad y la fecundidad multipareja en los padres. Segundo, no tener una afiliación religiosa se asoció con un aumento del 43% en las probabilidades de la fecundidad multipareja en los padres. De manera consistente con lo que se encontró en las madres, los padres que habían crecido en un área urbana tuvieron mayor probabilidad de fecundidad multipareja que quienes crecieron en áreas rurales (razón de probabilidades, 1.4). 

En el segundo modelo para padres, encontramos que tanto retrasar la primera relación sexual, como retrasar la primera unión tuvieron asociación con una menor probabilidad de fecundidad multipareja (razones de probabilidades, 0.90 y 0.96 por año, respectivamente). La razón de probabilidades para la edad de la primera relación sexual fue similar en magnitud a la de las madres, aunque en las madres la inclusión de esta variable atenuó la asociación entre escolaridad y fecundidad multipareja, entre los padres su inclusión (junto con la edad de la primera unión) no alteró la relación sin significancia estadística entre escolaridad y fecundidad multipareja, aunque sí atenuó ligeramente la asociación entre haber crecido en un área urbana y la fecundidad multipareja.

En los análisis que examinan las asociaciones entre fecundidad multipareja y las características actuales de la familia en las madres (Cuadro 3), las mujeres con una historia de fecundidad multipareja tuvieron mayor probabilidad que aquellas con una sola pareja fecunda de vivir en un hogar de bajos recursos (razón de probabilidades, 1.2), y de ser solteras (razón de riesgo relativo, 4.8), o de vivir en unión consensual (2.5) en vez de estar casadas. Como se esperaba, la fecundidad multipareja también estuvo asociada con el número de hijos; en comparación con las madres que tenían una sola pareja fecunda, aquellas que habían tenido múltiples parejas fecundas tuvieron mayor probabilidad de haber tenido tres, cuatro, cinco o más nacidos vivos, en lugar de solo dos (razones de riesgo relativo, 1.3–2.2). Finalmente, las madres con múltiples parejas fecundas tuvieron una significativamente mayor probabilidad que las madres con una sola pareja fecunda de tener al menos un hijo biológico que vivía fuera del hogar (razón de probabilidades, 1.9). Estas asociaciones se estimaron sin considerar los factores de predicción de la fecundidad multipareja modelada en el Cuadro 2.

El Cuadro 4 presenta los resultados de los análisis de regresión de las asociaciones entre la fecundidad multipareja y las actuales condiciones de la familia en padres con dos o más hijos. En contraste con los hallazgos para las madres, la fecundidad multipareja en los padres se asoció con pocas probabilidades de vivir en un hogar de bajos recursos (razón de probabilidades, 0.7), sin considerar la escolaridad y otros factores de confusión. La fecundidad multipareja también se asoció con una mayor probabilidad de que los padres fueran solteros (razón de riesgo relativo, 2.3) o estuvieran viviendo en unión consensual (2.2) en lugar de estar casados. Aunque esto es coherente con los hallazgos para las madres, el riesgo para los padres de vivir como padres solteros con múltiples parejas fecundas fue más bajo que el encontrado en las madres con múltiples parejas fecundas (razones de riesgo relativo, 2.3 para padres comparado con 4.8 para madres).

El número de hijos reportados por los padres fue más alto en aquellos con múltiples parejas fecundas que en aquellos con una sola pareja fecunda: los padres con múltiples parejas fecundas tuvieron un alto riesgo de tener tres, cuatro, cinco o más hijos en lugar de dos (razones de riesgo relativo, 2.0–5.9). La asociación entre fecundidad multipareja y el hecho de tener una familia de gran tamaño fue más fuerte en los hombres que en las mujeres, tanto para cuatro hijos (4.3 comparado con 2.2) como para cinco o más (5.9 comparado con 2.0).

Finalmente, los padres con múltiples parejas fecundas tuvieron mayor probabilidad que aquellos con una sola pareja fecunda de tener al menos un hijo que no compartía el apellido del padre o que no recibía apoyo económico de él (razón de probabilidades, 6.4). Los modelos suplementarios indicaron que esta asociación se mantenía aun después de realizar el ajuste por el número de hijos nacidos del padre. 

DISCUSIÓN


En este artículo proporcionamos nuevos datos nacionales sobre la prevalencia de la fecundidad multipareja en mujeres y hombres en Nicaragua, un país de bajos ingresos con tasas relativamente altas de maternidad temprana e inestabilidad en la unión conyugal. Nuestros resultados indican que la fecundidad multipareja es un proceso demográfico importante en Nicaragua: entre personas con múltiples hijos, el 33% de las madres y el 41% de los padres reportaron haber tenido hijos con múltiples parejas. Aunque investigaciones recientes han encontrado que la inestabilidad de la unión2,8 y los nacimientos extramaritales9 son fuentes cada vez más importantes en el cambio de la familia en América Latina, nosotros añadimos otra dimensión para comprender las tendencias recientes en la formación de la familia al evidenciar que la fecundidad está ocurriendo a través de múltiples formas de relación en Nicaragua. Esto es probable que sea un aspecto importante de la fecundidad y la formación de la familia en otros países latinoamericanos, con patrones similares de inestabilidad de la unión y de fecundidad. 

Una segunda contribución de este estudio es que ilustra las diferencias de género en las tasas de fecundidad multipareja. Encontramos que la fecundidad multipareja es más común en los hombres. También es notable que en las personas con múltiples parejas fecundas, la proporción que reportó haber tenido hijos con tres o más parejas fue mayor en los padres (30%) que en las madres (19%). Debido a que una considerable proporción de hombres nicaragüenses tiene hijos en tres o más familias y que el 96% de los padres con múltiples parejas fecundas reportaron tener al menos un hijo biológico que no vivía con ellos, es probable que muchos jóvenes cuyos padres han tenido hijos con múltiples mujeres vivan sin sus padres biológicos y en estructuras familiares complejas. 

Además de estimar las tasas de fecundidad multipareja, aportamos una visión inicial de las características sociodemográficas de las personas asociadas con la fecundidad multipareja, así como las diferencias de género en estas asociaciones. Un hallazgo clave fue que los bajos niveles de escolaridad estuvieron asociados con una mayor probabilidad de fecundidad multipareja en las madres, lo que indica que las mujeres en desventaja social tienen un alto riesgo de tener hijos con más de una pareja. Además, esta asociación dejó de tener significancia estadística cuando realizamos ajustes por edad de la primera relación sexual, lo que sugiere que las mujeres con menor escolaridad pueden estar en un mayor riesgo de fecundidad multipareja debido a su más temprana edad en el primer encuentro sexual. Sin embargo, para los padres no hubo evidencia de asociación entre el nivel de escolaridad y la fecundidad multipareja.

Encontramos que el hecho de haber crecido en un área urbana estuvo asociado con un alto riesgo de fecundidad multipareja tanto en madres como en padres. Estos hallazgos son coherentes con las investigaciones que indican que los adolescentes nicaragüenses en áreas urbanas tienen su primera relación sexual y su primera unión en edades más tempranas que sus contrapartes del medio rural.20 Sin embargo, haber crecido en un pueblo o ciudad se asoció con la fecundidad multipareja aun después de realizar el ajuste por edad de la primera relación sexual y por edad de la primera unión, lo que sugiere que otros factores (como una mayor disponibilidad de parejas) pueden estar fomentando la fecundidad multipareja en personas que crecen en áreas urbanas.

Tener una afiliación religiosa se asoció con menores posibilidades de fecundidad multipareja en los padres, posiblemente debido a que el catolicismo desalienta o prohíbe las relaciones sexuales premaritales y el divorcio. Los hombres sin afiliación religiosa pueden estar más dispuestos que otros a arriesgarse a tener hijos fuera del matrimonio o a abandonar las relaciones después de tener hijos. La asociación puede también reflejar en parte niveles más altos de uso consistente del condón en hombres jóvenes católicos en comparación con otros jóvenes.13 Sin embargo, la religión no estuvo asociada con la fecundidad multipareja en las madres, excepto en el análisis que realizó el ajuste por edad de la primera unión, que encontró un alto riesgo de fecundidad multipareja en las mujeres sin afiliación religiosa. La relación entre religión y fecundidad multipareja debe examinarse más profundamente en entornos de bajos ingresos para entender mejor si la religión puede reducir la maternidad con múltiples parejas y cómo puede hacerlo.

Como lo habíamos anticipado, una primera experiencia sexual temprana estuvo asociada con la fecundidad multipareja tanto en las madres como en los padres. Tener relaciones sexuales a temprana edad pone a las personas en riesgo de tener un primer hijo de manera precoz, en especial en entornos como Nicaragua, en donde el nivel de uso de anticonceptivos es bajo10 y el aborto es ilegal.11 Los nacimientos tempranos pueden tender a ocurrir extramaritalmente o a resultar en relaciones a corto plazo que dejan a mujeres y hombres en busca de otras parejas con quienes tener más hijos. 

La edad temprana de la primera unión también se asoció con la fecundidad multipareja en los padres, pero no en las madres, lo que sugiere que la formación temprana de la unión puede llevar a los hombres a trayectorias inestables en la unión y tal vez, eventualmente, a tener otras parejas fecundas. La diferencia de género puede ser un reflejo de la mayor probabilidad de los hombres (relativa a la de las mujeres) de abandonar una primera unión a pesar de haber tenido un hijo.

Nuestra pregunta de investigación final planteó si el hecho de tener una historia de fecundidad multipareja está asociado con las características actuales de las familias de madres y padres. Nuestros resultados demostraron que las madres (pero no los padres) con múltiples parejas fecundas tienen una alta probabilidad de vivir en un hogar de bajos recursos, aun después de ajustar por nivel de escolaridad y otras características. En contraste, la fecundidad multipareja estuvo asociada con una menor probabilidad de pobreza de los padres. Esto sugiere que los padres que han tenido hijos con múltiples parejas pueden elegir permanecer en el hogar en el que tienen menores cargas financieras (tal vez menos hijos u otras personas dependientes) o más activos financieros (mayor ingreso familiar o riqueza). Por otra parte, las madres con múltiples parejas fecundas pueden tener más probabilidad que otras mujeres de terminar viviendo en hogares con un gran número de hijos, con una pareja con pobres perspectivas económicas o sin una pareja que les proporcione apoyo económico. 

Adicionalmente, la fecundidad multipareja estuvo asociada con un mayor riesgo de paternidad soltera. Esto probablemente indica que las uniones de personas que han tenido hijos con múltiples parejas son más inestables que las de otros padres. La asociación entre fecundidad multipareja y la paternidad soltera fue notablemente más fuerte en las madres que en los padres, tal vez en parte porque las normas sociales que favorecen que una mujer debe ser "pura", hace más difícil que las mujeres con hijos encuentren parejas subsecuentes.12

Nuestros resultados también sugieren que la fecundidad multipareja puede tener importantes implicaciones para las tasas globales de fecundidad, dado que la fecundidad multipareja estuvo asociada con un mayor riesgo de tener tres, cuatro, cinco o más hijos. Las asociaciones fueron particularmente fuertes en los padres, cuyas probabilidades de tener cuatro hijos o de tener cinco o más hijos se elevaron de cuatro a seis veces si tenían múltiples parejas fecundas. Aunque las diferencias de género en la fuerza de esas asociaciones se relacionan, en parte, con el mayor número de parejas fecundas de los hombres con respecto a las mujeres, las normas de género de virilidad masculina también pueden alentar notablemente la alta fecundidad de los hombres con múltiples parejas fecundas.30 Además, las mujeres que han tenido múltiples parejas fecundas (y por lo tanto tienen probabilidad de tener uno o más hijos con padres ausentes) pueden hacer un mayor esfuerzo para controlar su fecundidad posterior. Los padres, por otra parte, tienen mayor probabilidad de dejar a sus hijos para que vivan con sus madres, reduciendo con ello el costo de criar hijos con una nueva pareja. 

En efecto, nuestros hallazgos indicaron que la fecundidad multipareja estuvo asociada con una reducida probabilidad de vivir con todos los hijos biológicos (particularmente en el caso del padre); además, las probabilidades de que un padre no estuviera proporcionando apoyo o que al menos uno de sus hijos no llevara su apellido, se elevaba más de seis veces si él había tenido múltiples parejas fecundas. Esto sugiere que la fecundidad multipareja aumenta la exposición de los hijos a estructuras familiares complejas y a la ausencia de sus progenitores (particularmente del padre). Este es el caso en los Estados Unidos, en donde el padre con fecundidad multipareja tiende a estar menos involucrado con sus hijos que los hombres con solamente una pareja fecunda.26

Debemos señalar varias limitaciones de este estudio. Debido a que nuestros datos son transversales, no pudimos especificar la manera en que las parejas fecundas y las uniones se formaban y disolvían, o establecer el orden temporal de las variables asociadas con la fecundidad multipareja. Además, no pudimos hacer ajustes por muchas fuentes potenciales de sesgo selectivo. Como resultado, las asociaciones que identificamos no deben considerarse relaciones causales. Se necesita investigación adicional para tener una comprensión más completa de cómo la fecundidad multipareja opera en Nicaragua y sus consecuencias potenciales para los padres, las madres y sus hijos.

Adicionalmente, los datos retrospectivos, como los proporcionados por ENDESA, pueden no aportar informes precisos sobre nacimientos; en estudios realizados en EE. UU., el subregistro ha sido particularmente problemático en el estudio de la fecundidad en los hombres (especialmente la fecundidad fuera del matrimonio).28  Sin embargo, no es claro que el subregistro sea un problema en Nicaragua. Una proporción relativamente grande de hombres reportó que no compartían su apellido o no proporcionaban apoyo económico al menos a un hijo, lo que sugiere que ellos sabían acerca del nacimiento de su hijo aun cuando no lo apoyaban. Además, la alta tasa de encarcelamiento de hombres en los Estados Unidos, que podría explicar el perderse de los nacimientos de algunos de sus hijos,28 no es un problema en Nicaragua. No obstante, si hay subregistro de la fecundidad masculina, la prevalencia y las consecuencias de la fecundidad multipareja podrían ser aún mayores que las que se reportan aquí.

A pesar de estas limitaciones, este artículo es uno de los primeros en presentar características sociodemográficas y resultados familiares asociados con la fecundidad multipareja en mujeres y hombres en un país de bajos ingresos. Nuestros hallazgos indican que la fecundidad multipareja es un tema apremiante en Nicaragua. Ocurre con altas tasas tanto en hombres como en mujeres y a través de los grupos sociales. Las diferencias de género en los factores de predicción y los resultados de la fecundidad multipareja sugieren que las madres pueden estar en un riesgo particularmente alto no solamente de tener que criar a sus hijos sin el otro padre biológico, sino de tener que hacerlo con menores recursos económicos de los que tienen las madres con solo una pareja fecunda. La fecundidad multipareja también puede contribuir al permanente problema del embarazo adolescente en Nicaragua, ante la evidencia de que las mujeres jóvenes que no viven con su padre biológico durante la niñez y adolescencia tienen su primera relación sexual y su primer embarazo a edades más tempranas.31

En resumen, nuestros hallazgos indican la necesidad de comprender la fecundidad multipareja como un proceso demográfico y social que contribuye a y es un reflejo de importantes desigualdades de género y estructura familiar en Nicaragua, y que puede influir en las tendencias de fecundidad y estructura familiar. Las futuras investigaciones deben examinar la fecundidad multipareja en otros países de bajos y medianos ingresos y debe explorar la forma en que esa fecundidad puede afectar el bienestar individual y familiar en esos entornos.

Footnotes

*Esta encuesta no es parte ni de la serie de Encuestas Demográficas y de Salud (EDS) ni de la serie de Encuestas de Salud Reproductiva de los Centros de Control de Enfermedades, pero está más estrechamente relacionada con la segunda. Para evitar confusión, nos referiremos a ella en este artículo como ENDESA 2011–2012.

 

References

1. Child Trends, Mapa Mundial de la Familia 2015: Mapa de los cambios en la familia y consecuencias en el bienestar infantil, Bethesda, MD, EE. UU., Child Trends, 2015.

2. DeRose L et al., Family instability and early childhood health in the developing world, en: Mapa Mundial de la Familia 2014: Mapa de los cambios en la familia y consecuencias en el bienestar infantil, Bethesda, MD, EE. UU., Child Trends, 2014, pp. 48–63.

3. Sahley C et al., The Governance Dimensions of Food Security in Nicaragua, Washington, DC: Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, 2005, http://pdf.usaid.gov/pdf_docs/PNADE106.pdf.

4. Laplante B et al., The contributions of childbearing within marriage and within consensual union to fertility in Latin America, 1980–2010, Demographic Research, 2016, 34(29):827–844.

5. Fussell E y Palloni A, Persistent marriage regimes in changing times, Journal of Marriage and the Family, 2004, 66(5):1201–1213.

6. Martin TC, Consensual unions in Latin America: persistence of a dual nuptiality system, Journal of Comparative Family Studies, 2002, 33(1):35–55.

7. Guzman JM et al., The demography of Latin America and the Caribbean since 1950, Population, 2006, 61(5–6):519–576.

8. Grace K y Sweeney S, Pathways to marriage and cohabitation in Central America, Demographic Research, 2014, 30(6):187–226.

9. Laplante B et al., Childbearing within marriage and consensual union in Latin America, 1980–2010, Population and Development Review, 2015, 41(1):85–108.

10. Instituto Nacional de Información de Desarrollo y Ministerio de Salud, Encuesta Nicaragüense de Demografía y Salud 2011/12: Informe Preliminar, Managua, Nicaragua: Instituto Nacional de Información de Desarrollo y Ministerio de Salud, 2013.

11. Blandón L et al., Early childbearing in Nicaragua: a continuing challenge, Issues in Brief, Nueva York: Guttmacher Institute, 2006.

12. Berglund S et al., The background of adolescent pregnancies in Nicaragua: a qualitative approach, Social Science & Medicine, 1997, 44(1):1–12.

13. Decat P et al., Sexual onset and contraceptive use among adolescents from poor neighbourhoods in Managua, Nicaragua, European Journal of Contraception & Reproductive Health Care, 2015, 20(2):88–100.

14. Luffy SM, Evans DP y Rochat RW, “Siempre me critican”: barreras de acceso a la salud reproductiva en Ocotal, Nicaragua, Revista Panamericana de Salud Pública, 2015, 37(4–5):245–250.

15. Salazar M y San Sebastian M, Violence against women and unintended pregnancies in Nicaragua: a population-based multilevel study, BMC Women’s Health, 2014, 14:26, doi: 10.1186/1472-6874-14-26.

16. Ellsberg M et al., Candies in hell: women’s experiences of violence in Nicaragua, Social Science & Medicine, 2000, 51(11):1595–1610.

17. Rani M, Figueroa ME y Ainsle R, The psychosocial context of young adult sexual behavior in Nicaragua: looking through the gender lens, International Family Planning Perspectives, 2003, 29(4):174–181.

18. Gibbons JL y Luna SE, For men life is hard, for women life is harder: gender roles in Central America, en: Safdar S y Kosakowska-Berezecka N, eds., Psychology of Gender Through the Lens of Culture, Cham, Suiza: Springer, 2015, pp. 307–325.

19. Thomson E et al., Childbearing across partnerships in Australia, the United States, Norway, and Sweden, Demography, 2014, 51(2):485–508.

20. Samandari G y Speizer IS, Adolescent sexual behavior and reproductive outcomes in Central America: trends over the past two decades, International Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 2010, 36(1):26–35.

21. Zelaya E et al., Contraceptive patterns among women and men in León, Nicaragua, Contraception, 1996, 54(6):359–365. 

22. FHI360, Nicaragua: National Education Profile 2014 Update, Durham, NC, EE. UU., FHI360, 2014, http://www.epdc.org/sites/default/files/documents/EPDC%20NEP_Nicaragua….

23. Montenegro RA y Stephens C, Indigenous health in Latin America and the Caribbean, Lancet, 2006, 367(9525):1859–1869.

24. Castro-Martín T y Domínguez-Rodríguez A, Consensual unions in Central America: historical continuities and new emerging patterns, en: Esteve A y Lesthaeghe RJ, eds., Cohabitation and Marriage in the Americas: Geo-historical Legacies and New Trends, Nueva York: Springer International Publishing, 2016, pp. 157–185.

25. Covre-Sussai M et al., Traditional and modern cohabitation in Latin America: a comparative typology, Demographic Research, 2015, 32(32):873–914.

26. Guzzo KB y Dorius C, New approaches and methodological challenges to measuring multipartnered fertility in national surveys, 2014 Working Paper Series, Bowling Green, OH, EE. UU., Center for Family and Demographic Research, 2014.

27. Liu C, Esteve A y Treviño R, Female-headed households and living conditions in Latin America, World Development, 2017, 90(1):311–328.

28. Joyner K et al., The quality of male fertility data in major U.S. surveys, Demography, 2012, 49(1):101–124.

29. Filmer D y Pritchett LH, Estimating wealth effects without expenditure data—or tears: an application to educational enrollments in states of India, Demography, 2001, 38(1):115–132.

30. Sternberg P, Challenging machismo: promoting sexual and reproductive health with Nicaraguan men, Gender and Development, 2000, 8(1):89–99.

31. Zelaya E et al., Gender and social differences in adolescent sexuality and reproduction in Nicaragua, Journal of Adolescent Health, 1997, 21(1):39–46.

Author's Affiliations

Kammi K. Schmeer es profesor asociado y Jack Hays es estudiante de posgrado, Departamento de Sociología, Universidad Estatal de Ohio, Columbus, OH, EE.UU.

Author contact: [email protected]

Disclaimer

The views expressed in this publication do not necessarily reflect those of the Guttmacher Institute.